Sunday, March 14, 2010

El Jevito

Por: Alfredo García.-

Con la espalda apoyada sobre la pared recubierta de mármol del Monumento a los Héroes de la Restauración, los pulgares de ambas manos metidos dentro de los bolsillos delanteros de sus pantalones y su pierna izquierda cruzada en forma de cuatro sobre la derecha, mientras mira de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, moviendo la cabeza constantemente como un resorte al que se le ha dado “timbola” y con una sonrisita “prefabricada” , al tiempo que mastica un “chíclet de cajita” con aire de “gustanini”: es nuestro galán El Jevito (El Pesado, por su origen etimológico en Inglés: Heavy (pesado).

Al igual que El Bichán, la vida del Jevito gira alrededor de su apariencia física, pero desprovisto de la creatividad y originalidad del primero: sus modas son menos estrafalarias y las copia casi siempre de los videos musicales de grupos de rock y películas “americanas” que veía através del Tele-club. Sus gustos son algo más sobrios, siendo sus preferidos los pantalones “yins” (jeans o mezclilla) preferiblemente de la marca “livaes” (Levi’s), las camisetas “opí” (Ocean Pacific) y los mocasines “don sáider” (Don Sider); dichas marcas (en R.D por los 80) tenían escasa variedad de colores y diseños, por lo que los Jevitos, pese a su cacareada exclusividad, parecían andar uniformados: por lo general vestían unos pantalones Levi’s “de fuerte azul”, camiseta OP roja o azul y zapatos Don Sider, marrones.

En lo que sí supera en ridiculez El Jevito al Bichán es en el corte de pelo o “pelá”, en las cuales nuestro personaje pone toda su imaginación y creatividad: ya luciendo largas colas en forma de V, ya tapándose un ojo con un largo mechón de pelo o, simplemente, dejándose crecer el pelo lo más largo posible, esto con la agravante de que muchos de esos cortes eran “unisex” y El Jevito gustaba llevar un arete en una de sus orejas, lo cual generaba lamentables confusiones en las que nuestro héroe era piropeado cual si fuera una “Jeva”.

Imitando la conducta de los jóvenes “americanos” que veía en las películas holivudenses, El Jevito gustaba de andar con un cigarrillo en la boca, por lo general Malboro Light, Constanza o Nacional Mentolado, pues nuestro galán no siempre sabía fumar, si no que “hacía bulto” para estar “en la cosa” y no pasar por “queda’o”; esto también lo llevaba muchas veces a caer fácilmente en el consumo de marihuana, pastillas como la “diasepán” y otros estupefacientes.

El Jevito es también amante de las fiestas callejeras a ritmo de “discolai” (Disco-light), mas no tanto por el calor popular como por el hecho de que no es amigo de “doblar el lomo” por considerarlo cosa de “chopos”, lo cual es causa de que ande siempre “más pela’o que un guanimo” y motivaba su afición a “buscársela” en lugares como El Monumento donde, ante la eventualidad de “levantarse” una Jeva pudiera “resolverla” en “El Hotel Yervita”, aun a riesgos de que un “guardia” o un policía lo extorsionara amenazódolo con meterlo preso por “atentado al pudor”.

La resolución del Jevito de “no dar un golpe” lo lleva en algunos casos a prostituirse en manos de homosexuales de clase media a cambio de un par de pesos, o a delinquir vendiendo “yerba” (marihuana) en su barrio, todo para poder costear su “look” basado en ropa extranjera y su adicción a la marihuana.



A la hora de bailar El Jevito detesta lo criollo: no hay quien le mencione el Merengue común y mucho menos el típico o la Bachata, sin embargo transigía en bailar “salsa disco”; su corazón y su alma lo poseían el Rock y el Reggae, sus ídolos: Bob Marley, Air Supply, Alice Cooper, Cindy Lauper, Madonna, entre otros.



Con el tiempo y los cambios El Jevito fue evolucionando; tanto que resulta difícil distinguir si los “Funkies” y los “Joes” son variasiones del Jevito o sencillamente algo diferente. No obstante ello, siempre se nos trepará una sonrisa a los labios al recordar este simpático personaje de mediados de los años ochenta, creyéndose único y original en nuestros barrios y el área metropolitana, mientras sus dobles se multiplicaban por doquier como salidos de una fotocopiadora.

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